Esto de ser correctora editorial tiene su lado bueno y su lado malo —como, prácticamente, todos los trabajos—. Una de las cosas buenas es poder leer libros antes de que estén a la venta y si, además, se trata de pequeñas joyas como esta… clin, clin, clin… ¡Premio!
Esto de las redes sociales tiene su lado bueno y su lado malo —como prácticamente todo en esta vida—. Una de las cosas buenas es poder encontrar a la autora de esta joya y escuchar su voz.
Tras empezar a trabajar en este libro, después de haber leído unas pocas páginas, paré. Dejé a un lado la mirada de correctora y cogí la de lectora. Paré. Dejé a un lado la mirada de lectora y cogí la de persona. Busqué a María en Instagram y tuve la suerte de encontrar vídeos con su voz. Entonces, comencé a leer su historia con su voz resonando en mi cabeza. Los únicos descansos que he hecho en esta lectura han sido para coger el aire necesario que me ayudara a tragar el nudo de la garganta y frotarme un poco los ojos porque a veces el nudo se desbordaba un poco.
[Para que nadie entre en pánico, después de esta lectura, me vestí con la mirada de correctora e hice mi trabajo…].
Preparada estará a la venta de la mano de Plataforma Editorial (si no hay cambio de planes) el 8 de mayo. El día de Nuestra Señora de los Desamparados. María no lo está, porque cuenta con un batallón de manos (solo hay que ver la sección de agradecimientos) que tiran de ella y la sostienen si ella baja la guardia. En mayo, el mes de las flores. ¿En qué otro mes podría haber sido?
¿Por qué recomiendo esta lectura? Porque te pone los pies en el suelo. Porque la voz de María te acompaña (ella a ti, manda ovos), te cuenta, te enseña y te pone las pilas. Porque es una dura y, a la vez, dulce manera de constatar que nos hemos vuelto más tontos de lo que pensamos en este mundo de tanto correr sin mirar a los lados… no vaya a ser. Porque en la vida hay que parar y darse cuenta de que no somos inmunes, absolutamente, a nada.
Cuando llevaba un rato leyendo la segunda parada de este viaje, «el hospital», en mi tableta sonaba «Snow», interpretada por Tracey Thorn. (Este libro, para mí, ya tiene música, «Snow» y «Swimming»). Es una canción tristona, navideña (cada uno lleva lo suyo a cuestas, yo escucho música navideña durante todo el año, excepto en Navidad. ¿Algún problema?), que nos recuerda que nada es para siempre. Así que me ha parecido que Calm Radio ha elegido una canción muy adecuada para ese momento de la lectura.
Hay una frase con la que no puedo estar de acuerdo con María, ella dice varias veces: «No hay tiempos para mí», desde la distancia y el desconocimiento, discrepo: los tiempos para ti existen, y son ahora.