Aunque no lo parezca, has avanzado mucho en el proyecto: te has parado a estructurar el trabajo, has decidido cuestiones sobre el prólogo, ya sabes cuándo escribir la introducción, qué son unas buenas conclusiones, qué profesionales te pueden ayudar en el camino (lector cero, correctores, diseñadores, etc.); además, te has parado a hacer mapas mentales o conceptuales, tienes claro a qué preguntas debe responder el contenido de tu texto… ¡Esto es mucho camino andado!
Es el momento de comenzar a bosquejar, esbozar, perfilar (como quieras llamarlo). Si no es la primera vez que te enfrentas a un proyecto de este tipo, puede que me hayas pillado. No, no vas a escribir tal y como estás deseando hacerlo. Perdona, no quería engañarte. Vas a escribir, pero de otra forma a la que tienes en mente.
Con los mapas conceptual y mental, has recabado una serie bastante considerable de ideas; incluso puedes tener una estructura bastante definida. El siguiente paso es construir y fortalecer la estructura de tu manuscrito. El objetivo: coherencia, legibilidad, utilidad y comprensibilidad conjunta. Esos bloques que has ido definiendo, llenando de posibles ideas y jerarquizando tienen que comenzar a tomar cuerpo. Cuerpo de texto.
No vas a desarrollar los contenidos en este momento, sino que vas a contarte cuestiones como:
- qué vas a incluir y que vas a descartar (nunca borrar, esa idea puede ser de utilidad para otro proyecto o, incluso, en este mismo puede que el camino andado te reclame que la rescates),
- en qué orden vas a contarlo,
- de qué manera conectarán unos apartados con otros, o en qué momento aparecerá este personaje,
- jerarquizar las partes del trabajo en función del orden elegido,
- necesitarás incluir cuadros sinópticos, esquemas, gráficos u otros elementos que simplifiquen la información aportada.
¡Ojo! Si tienes que incluir gráficos, es importante que tengas claro qué tipo de gráfico es el adecuado para cada tipo de información. Por ejemplo, un gráfico de barras es útil si quieres representar una tendencia a lo largo del tiempo, y uno de áreas para reflejar cómo cambia una magnitud a lo largo del tiempo.
En este punto, tendrás, ya sí, la foto mental de tu proyecto (que, por supuesto, puedes cambiar según avances, para mejorarla, ampliarla, reconducirla si te pierdes…).
El objetivo de estas publicaciones es que al final consigas un texto ordenado, claro y comprensible, que muestre una imagen de ti de transparencia, precisión, corrección y, cómo no, rigor. ¿Qué te va a ayudar a conseguirlo una vez que has llegado hasta aquí? Dos cuestiones básicas: ordenar el propio contenido y manejar con soltura el propio orden del texto (este segundo puede parecerte una sandez, pero ¡ojo!, que no lo es, préstale atención cuando llegues y no dudes en consultar manuales y practicar todo lo que necesites).
El contenido suele organizarse de la siguiente forma:
- Estructurar el contenido según la lógica causa-efecto.
- Organizar atendiendo a una pauta temporal coherente con el contenido o argumento.
- Ordenar los propios párrafos (y frases dentro de estos) para que el texto sea claro y comprensible.
Es cierto, algunos textos necesitan que comiences destacando el efecto, porque es sobre lo que quieres llamar la atención y después estableces la lógica causa-efecto, una vez que ya tienes captada la atención del lector. Correcto, cada texto necesita una estructura específica.
Tienes razón, hay textos que basan en el viaje temporal su esencia. Perfecto, si el tuyo lo necesita es lo que debes hacer: definir esa organización temporal.
De acuerdo, también puedes necesitar un texto desordenado… ¡Ni en broma! La coherencia interna del texto es lo que más va a mandar sobre la claridad de tu escrito. No desordenes los párrafos, ni las frases dentro de estos. El orden del texto tiene sus propias normas, y son importantes. Catalina Fuentes Rodríguez, en La organización informativa del texto (Arco Libros, 2010, 2.ª ed.), nos explica que la organización del texto conlleva una jerarquización informativa y que esto dependerá de la prelación de párrafos y del tipo de texto con el que estemos trabajando. A modo de ejemplo, si se trata de un texto
- periodístico, la información se ordenará de mayor a menor importancia;
- expositivo, no se requiere esa jerarquía, sino el orden en que se describa el tema;
- argumentativo, suele ser básico seguir el orden que he propuesto en otras entradas: introducción, cuerpo central y conclusiones;
- literario, todo es importante, y aunque hay un inicio, un nudo y un desenlace, todo lo que ocurre en cada parte es relevante;
- coloquial, te enfrentarás al texto que menos orden va a exigir, puede haber interrupciones, repeticiones, etc.;
- publicitario, todo está dirigido a un único fin: vender. Este texto suele ser breve, utiliza recursos literarios que activan a los sentidos. Es un texto mucho más directo.
En cualquier caso, esa ordenación que definas es reflejo de la importancia que le das a cada idea, a cada argumento, a cada acontecimiento, a cada característica de un personaje…
Por último, unos consejos sobre la construcción de las frases:
- Las frases cortas (entre veinte y treinta palabras) hacen más legible el texto.
- Un laberinto de incisos llevará al lector a no encontrar el camino de salida y tener que volver atrás varias veces (tú también puedes perderte al escribir el laberinto).
- Las oraciones subordinadas y explicativas tienen su utilidad, pero no todo necesita estar subordinado ni ser explicado.
- Utiliza palabras explicativas, conocidas y naturales.
- Sigue el orden lógico, tradicional, de la frase (sujeto, verbo, predicado) siempre que sea posible.
- Repite palabras para dar énfasis (si es necesario), pero no abuses de las repeticiones. También es importante tener cuidado con el uso de sinónimos. Luis Magrinyà en su libro Estilo rico, estilo pobre, (Debate, 2015), nos regala una serie de ejemplos educativos y reales del uso descabellado de sinónimos muy divertidos (hirientes, pero divertidos).
- Hablar en positivo es más atractivo.
- Una lista da alegría a la vista y facilita la identificación de ideas.
- La forma activa es más clara que la pasiva.
Al final parece que te he engañado de verdad. Puedes pensar que no has escrito demasiado, pero ¿a que tienes unas cuantas páginas más que antes con anotaciones muy interesantes, una estructura que ya te va convenciendo, ideas claras sobre cómo quieres plasmar en el papel tus argumentos, narraciones, eslóganes…?
En la siguiente entrada voy a hablaros sobre lo que vas a contar y tu audiencia. Poneos cómodos…