Me lo he pasado muy muy bien leyendo este libro. Tenía un culpable desde el principio, uno de los dos que, supongo, eran más obvios. Por descontado, me equivoqué. En la página 295, ya sí, vi quién se llevaba el dudoso mérito de ser culpable de asesinato, aunque tuve que seguir leyendo para ver cómo…