Tenía ganas de llegar a esta modalidad solo por usar esta expresión tan chulesca e irónica del acervo de frases hechas del español. Y, por descontado, para explicarla. El sentido de la frase es irónico, por lo general, se utiliza cuando alguien ya sabe lo que están relatando (y quién lo relata suele saber que la otra persona ya lo sabe, pero no puede callar —¿conocéis esta otra sentencia que no consigo borrar de mi cabeza, que dice: era necio al hablar y no podía estar callado?, pues eso—) y el oyente hastiado suelta esa frase para desembarazarse del hablante.
Pero ¿qué diferencia hay entre decir y contar? Fácil y evidente (si vas al Diccionario de la lengua española, que para esto está): decir: «manifestar con palabras el pensamiento»; contar: «referir un suceso verdadero o fabuloso». Manifestar es sinónimo de expresar o exponer. Referir lo es de relatar o narrar. Es decir, te digo «Voy a hacer un viaje a Los Ángeles», y te cuento «He tenido un sueño en el que me estaba trabajando con todos los actores que más admiro en el Teatro de Los Ángeles, así que voy a viajar a Los Ángeles e intentaré hacer realidad mi sueño». Después de esto, puedo avanzar, me he quitado un gran peso de encima.
Narrar, según el DLE, es «contar, referir lo sucedido, o un hecho o una historia ficticia». Por lo tanto, se narran verdades y sucesos imaginados. Miriam Álvarez, en Tipos de escrito I: narración y descripción (Arco/Libros, 1993, p. 17), lo define así: «Narrar es relatar un(os) hecho(s) que se ha(n) producido a lo largo del tiempo. La narración fija las acciones que acontecen en el suceder temporal, relacionadas con unos personajes y encaminadas a un determinado desenlace». Es decir, la narración pone palabras a lo que las personas (reales o imaginadas) hacen.
Margarida Bassols y Anna M. Torrent en Modelos textuales. Teoría y práctica (Octaedro, 1997, p. 169), caracterizan esta modalidad identificando tres elementos comunes a todas las narraciones (o a la inmensa mayoría); a estos elementos los llaman: actor fijo, proceso orientado y complicado y evaluación.
- Actor fijo. Que haya al menos un actor (persona o no, activo o pasivo, real o no, individual o colectivo…) le da a la narración la unidad de acción necesaria.
- Proceso orientado y complicado. El proceso es necesario en toda narración, además, que sea orientado hacia un final, aporta integración y carácter temporal; esa complicación o problemática favorece la narración, porque una simple rutina («todos los días me levanto a las seis»), no aporta una lógica causa-efecto defendible.
- Evaluación. Puede ser complicado de aceptar, pero la evaluación suele ser el punto de partida de la narración. Puede ser explícita o implícita. Es, en definitiva, lo que permite al relato dejar al lado una sucesión de hechos para pasar a ser acontecimientos con sentido por una motivación (que algunos autores llaman moralidad) y que se suele ver con el posicionamiento del personaje (o de los personajes, todos o parte).
Este posicionamiento al que se refieren Bassols y Torrent no tiene que coincidir con el del autor del texto. Se refiere a la propia historia, a sus personajes. De la misma forma, no hay que confundir al autor con el narrador. ¿Pueden ser el mismo? Pueden. ¿Siempre son el mismo? No.
Tú, el autor, eliges el punto de vista de la narración (del narrador, de los personajes y de todo) acorde con el conjunto de la narración. Como autor, le das al narrador las claves en las que tiene que contar lo que tú le digas. (En la siguiente publicación hablaré sobre las técnicas narrativas, que reflejan el punto de vista narrativo).
Hoy termino con dos cuestiones importantes a la hora de escribir narración: el punto de vista narrativo y la verosimilitud. Ambas cuestiones son cruciales para atraer el interés del lector. Ser capaz de crear un enfoque personal con una magnitud humana que haga diferente el texto y que sea capaz de aupar los hechos o los personajes (o ambos) y el ambiente es estar muy cerca (o tocar la línea de meta) de despertar la curiosidad del lector. Y todo esto, sin olvidar que el relato debe ser verosímil (Aristóteles, en su Poética, nos decía que lo contado debe ser verosímil, aunque imposible, antes que inverosímil, pero posible): debe parecer verdad, lo sea o no lo sea.
En la siguiente entrada voy a hablaros más sobre la narración. Poneos cómodos…