La exposición debe entenderse como un texto didáctico, puesto que tiene como objetivos ofrecer una explicación sobre un asunto cualquiera de la forma más clara y ordenada posible, a la vez que busca acercar la comprensión de ese asunto y compartir su conocimiento. Se diferencia de la argumentación en que aquella pretende convencer, mientras que la exposición solo presenta la información como es, casi de una forma neutra, lo más objetiva posible, sin (debería ser así) dejar evidentes las opiniones de quien expone.
Se puede hablar de diferentes tipos de exposición y, como ocurre con todas las modalidades textuales, estos dependerán de factores como la audiencia a quien se dirige, el propio contenido (divulgativo, textos científicos…), de la intención de quien expone (didáctica, científica…). Como ya has podido adivinar, una división muy habitual de la exposición es, así las denomina Miriam Álvarez en Tipos de escrito II: exposición y argumentación (Arco/Libros, 1994, pp. 11-12): divulgativa y especializada.
- Divulgativa. Busca informar de forma clara y objetiva sobre un tema de interés general; la comprensión de estos textos es fácil; el lector comprende con claridad la ordenación del contenido; el vocabulario utilizado es accesible; y, como consecuencia de lo anterior, se dirige a una audiencia amplia.
- Especializada. El público al que se dirige esta variedad necesita unos conocimientos previos sobre la materia expuesta; los temas que se suelen tratar son más concretos y específicos, no de carácter general (como en la exposición divulgativa), el vocabulario es más técnico y la estructura y ordenación del texto puede verse condicionada por la propia temática.
En ambos casos, deben respetarse las premisas de objetividad, claridad, coherencia y cohesión. De otra forma sería imposible exponer.
Si quieres saber qué tipo de orden o estructura es habitual en este tipo de escritos, la respuesta es de las buenas: depende. De nuevo, el objetivo del autor, la temática y la audiencia marcan la elección:
- Orden deductivo. Suele ser el más utilizado, pero no el único. Recuerda que es el que parte de lo general para llegar a lo particular.
- Orden inductivo. El contrario al anterior: va de lo particular (por ejemplo, con casos específicos) hacia lo general (por ejemplo, para encontrar una conclusión genérica aplicable a los casos particulares).
- Orden en cascada o relación causa-efecto. Una serie de causas/hechos provocan uno o varios efectos/resultados.
Si recuerdas, desde el principio te he comentado que una modalidad textual no vive al margen de las demás, sino que, de alguna forma, unas aparecen en otras. En el caso de la exposición, es indiscutible esta circunstancia, puesto que la descripción técnica (la que no busca fines estéticos) es parte activa de estos escritos. ¿De qué forma puedes exponer un experimento si no es describiendo las fases, los elementos utilizados, las características del entorno…? Y cuando tienes que hablar de acontecimientos históricos, en este caso la narrativa también es importante, pero ¿cómo puedes exponer la evolución de lo que sea a lo largo de la historia si no te ayudas de la descripción?
Por esto último, como exponen Margarida Bassols y Anna M. Torrent en Modelos textuales. Teoría y práctica (Octaedro, 1997, p. 72), Teun van Dijk (en La ciencia del texto, Paidós, 1983) dice que los textos expositivos no son entidades autónomas, sino resultados híbridos de otras modalidades textuales (como acabas de ver, descripción y narrativa tienen cabida y gran valor).
En la siguiente entrada voy a hablaros más sobre los textos expositivos. Poneos cómodos…