Después de haber leído No-cosas. Quiebras del mundo de hoy, de Byung-Chul Han, era casi imposible no leer este libro. Clara distopía que sigue el camino de Orwell en su 1984. Cada cierto tiempo, en la isla en la que se desarrolla esta historia, desaparece algo que era habitual en la vida de sus habitantes (los pájaros, o cualquier cosa de esas que tenemos, usamos, miramos…, y que pensamos que son eternas y de nuestra propiedad). Las personas siguen viviendo tras cada desaparición como si tal cosa, adaptándose y siguiendo su vida. Olvidando.
Sin embargo, hay personas que no solo no olvidan, sino que se encargan de conservar pequeños objetos que les sirvan para recordar, para contarles a otros, para salvaguardar el derecho a recordar. También hay una policía (el título no es una casualidad) que se encarga de identificar, perseguir, convencer o hacer desaparecer a quienes recuerdan, guardan o se resisten a aceptar.
La protagonista es escritora, y no deja de temer que un día sean los libros los que desaparezcan de sus vidas. Porque entonces, ¿qué? ¿Qué hará ella? ¿Qué le quedará a la sociedad? ¿De qué forma podrán seguir recordando?
Con una narración pausada, lenta (reconozco que, para mí, excesivamente lenta), consigue que tengas tiempo para ir asimilando lo que supondría que eso llegara a ocurrir: que quienes tiene el poder decidan qué no necesitamos, qué es necesario hacer desaparecer (o a quién), qué debemos olvidar para, así, poco a poco, hacer que solo pensemos en un sentido (como en una de las últimas películas de Disney: Wish: el poder de los deseos, que el rey Magnífico guarda el deseo más íntimo de cada habitante de rosas para ir concediendo aquellos que él considera que son necesarios… Y mientras tanto, todos los habitantes lo veneran por sus poderes mágicos al conceder deseos y por salvaguardar los deseos de todos ellos).
No es un argumento nuevo, ni novedoso (Orwell, Bradbury, Disney…), pero sí es de esos que bien hilvanado te hace pensar, e incluso otorgar el valor que merecen determinadas cosas, tradiciones…, y también a apreciar aquello que creemos que es nuestro por derecho propio, pero que en realidad puede desaparecer sin más.
Por lo tanto, lectura para varias tardes (casi cuatrocientas páginas), porque la extensión y el ritmo narrativo te obligan (al menos ha sido mi caso) a leer sin prisa, para no olvidar ni una sola de las cosas que pueden desaparecer de tu vida. Y en ese caso, ¿qué harías?