La filóloga y profesora María del Rosario Neira Piñeiro dice, en Introducción al discurso narrativo fílmico (Arco/Libros, 2003), que «… la descripción del espacio por medios verbales implica un despliegue en el tiempo de los rasgos que coexisten en el espacio. De ahí que la descripción implique normalmente una pausa en el relato o, cuando menos, una ralentización temporal. […] Ahora bien, muchas de las características de la descripción verbal no son aplicables en el caso de la narración fílmica. La principal diferencia reside en la condición espacio-temporal del arte cinematográfico» (pp. 155-156). Verdad verdadera.
¿Por qué comienzo con esta referencia a la dificultad de incluir descripciones verbales/narrativas en una comunicación con imágenes? Por motivos obvios en la actualidad: la imagen manda porque es más inmediata que el texto escrito, que el discurso, que muchas otras formas que requieren que te pares e inviertas más de veinte segundos de tu vida.
Es evidente que la propia imagen sirve como descripción y con ella se puede jugar: otorgándole más detalle, planos más o menos lentos, primeros planos de lugares, personas, colores…, sin olvidar el sonido. La profesora Neira Piñero cita al profesor Philippe Hamon, el cual presenta tres formas de integrar fragmentos descriptivos en la narración fílmica (y por extensión de imágenes): «la referencia al acto perceptivo de un personaje —la descripción corresponde así a una mirada sobre el espacio—, la inclusión de la misma en el discurso de un personaje que describe algo a otro y la combinación de la descripción con una acción en la que interviene el objeto descrito» (p. 156).
Sí, todo es muy obvio, pero después de que alguien se ha parado a esclarecerlo.
La explicación es evidente, pero no por ello carente de importancia: en el relato escrito las acciones se suceden una detrás de otra y la descripción interviene para detener o ralentizar esa sucesión de acciones (ya has visto en una publicación anterior que dos de las funciones de la descripción son la demarcativa —marcar límites— y la dilatoria —prolongar, aplazar…—). En el cine, esto no es posible: no se puede parar una escena para crear, por ejemplo, expectación pasando a describir por medio de otro plano un espacio físico, una persona… Las tres opciones que presenta el profesor Hamon son la forma de hacer esas pausas descriptivas en un filme, aunque estas pausas no lo sean en sentido estricto, puesto que el plano, como tal, ya tiene implícito un valor descriptivo.
Por otro lado, existe una modalidad narrativa llamada cinematográfica (Álvarez, M., Tipos de escrito I: narración y descripción, Arco/Libros, 1994, p. 44) que pretende confundirse con una escena cinematográfica, y que persigue captar ambientes heterogéneos, en movimiento y con una gran variedad de sensaciones. Se nutre del detalle en exceso, para intentar que el lector esté dentro de la escena que se describe: las palabras del autor son el objetivo de la cámara.
Para concluir la modalidad textual descriptiva, vuelvo sobre el libro de las profesoras Bassols y Torrent, Modelos textuales. Teoría y práctica (Octaedro, 1997, p. 116) porque nos presentan un caso especial de la descripción: la de las acciones. Especial, porque puede ser confundido fácilmente con la narración si no se le presta la atención necesaria. ¿Cuáles pueden ser los objetivos de una descripción de acciones?:
- Caracterizar a un personaje explicando su comportamiento. Es una variedad del retrato en la que predomina la acción en forma del verbo «hacer».
- Caracterizar una situación describiendo las acciones de diferentes personas.
- Caracterizar una acción explicando los diferentes momentos que la forman. El caso más fácil de confundir con la narración, pero que se diferencia porque no busca un fin con diferentes alternativas, sino que es una enumeración descriptiva (piensa en una receta de cocina: corta, mezcla, hierve, tamiza…)
Describir, como se suele decir es «pintar con palabras», pero has visto que ese «pintar» incluye no solo estatismo, sino que hay (o puede haber) dinamismo y actividad; has visto también que no se describe sin un fin, muy al contrario, las descripciones cumplen unas funciones en el texto; también que en los textos científicos y académicos también es (puede) ser necesaria la descripción; y, como bonus track, que, aunque la imagen (fija o en movimiento) es descripción en sí misma, la palabra puede aportar un valor complementario.
En la siguiente entrada voy a hablaros sobre los textos expositivos. Poneos cómodos…