En el curso 2021-2022 tuve la suerte de realizar el Taller de Narrativa que entonces impartía la profesora Alicia Molero de la Iglesia (sé que sigue vinculada al taller, pero no sé si como docente o solo como directora). El taller duraba seis meses y fueron semanas de trabajo del de verdad: de poco más de ciento cincuenta páginas de documentación tuvimos que trabajar prácticas que, para mí, rozaban la tortura (hipérbole gratuita) narratológica: por el simple hecho de que de una sola idea construías de una forma para después tener que construir de otra, resaltar un aspecto, ahora este otro aspecto pero retomando esta visión… En un contexto pequeño había que trabajar aplicando tantos conceptos, enfoques o modalidades, que parecía que no podrías sacar más de tu cerebro. Y la profesora, implacable, examinaba el trabajo con microscopio para darte una respuesta lo más completa, destacando lo correcto y lo erróneo… ejercicio tras ejercicio.
¿Por qué he incluido la batallita de la abuela?, porque en el material que nos facilitó para este taller (de su propiedad y, lamentablemente, sin editar en formato libro) nos contaba que la descripción se enfrentaba a una gran dificultad de clasificación discursiva, lo que reducía su estudio a una catalogación más o menos exhaustiva. Nos hablaba de los siguientes tipos de descripción (los históricamente considerados por los retóricos):
- Cronología
- Topografía
- Prosopografía
- Etopeya
- Retrato
- Hipotiposis
«La cronología y la topografía, que corresponden a la descripción de los tiempos y de los lugares respectivamente, se basan en la relación de rasgos (catálogo de atribuciones). La etopeya consiste en describir a un sujeto por sus características psíquicas y morales; mientras que la prosopografía da cuenta de los rasgos fisonómicos. Como síntesis de ambas, tenemos el retrato, que ha sido considerado un tipo de discurso literario, cuyo objetivo es la definición física y moral del personaje. […] El cuadro o hipotiposis consiste en la descripción “viva y animada” de acciones, pasiones o acontecimientos físicos y morales», sintetiza la profesora Molero de la Iglesia.
A esta tipología podría añadirse la caricatura, que se centra en los rasgos físicos exagerando alguno de ellos para aportar un grado de humor o de ironía al mismo. Por lo general se refiere a personas, pero no es extraño usarla para referirse a animales y objetos. La enumeración y la definición también son tipos de descripción orientadas a mostrar los elementos o características que constituyen un elemento descrito.
El carácter objetivo o subjetivo y la importancia del orden de la información está supeditado a la situación de la comunicación y, por tanto, al propósito de esta. Carolina Figueras y Marisa Santiago, en Manual práctico de escritura académica (del que es coordinadora Estrella Montolío, y está editado por Ariel Practicum, 2000), explica que mientras un texto académico precisa descripciones con datos objetivos y comprobados, y con un «estilo objetivo, claro y conciso» (p. 44), los textos no científicos aceptan sin rubor descripciones subjetivas y desordenadas (y ponen como ejemplo la descripción de la persona amada que se le cuenta a un amigo en una charla informal).
Además de la descripción objetiva y la subjetiva, se diferencia entre la descripción estática (no hay cambios en el elemento descrito, por lo que los verbos ser y estar son los preferidos) y la descripción dinámica (hay cambios, evolución, etc.).
Miguel Ángel García Peinado, en Hacia una teoría general de la novela (Arco/Libros, 1998), señala cuatro posibles funciones de la descripción (dentro del texto narrativo):
- Función demarcativa: marca límites, divisiones… Articula un texto.
- Función dilatoria: prolonga, aplaza, amplía, difiere…
- Función decorativa o estética: lucimiento discursivo.
- Función explicativa: aporta explicaciones precisas y necesarias.
García Peinado nos da un cierre de oro para esta publicación: «Podría decirse que la descripción es incluso más indispensable que la narración, desde el momento en que es más fácil describir sin contar que contar sin describir» (p. 164).
En la siguiente entrada voy a hablaros más sobre el arte de describir. Poneos cómodos…