En las próximas publicaciones, voy a hablarte sobre los diferentes tipos de textos. A lo largo de los años, los estudiosos de esta área han propuesto diferentes tipologías atendiendo a varias cuestiones, pero no es mi propósito exponerlas ni todas, ni algunas. Voy a intentar ser lo más pragmática posible, de manera que lo que voy a ir publicando en las próximas semanas se reducirá a los siguientes modelos textuales, que son los básicos atendiendo a la estrategia textual:
- Narración
- Descripción
- Exposición
- Argumentación
Narrar es contar un hecho (o varios) que han tenido lugar en un momento concreto o a lo largo del tiempo; por lo tanto, se apoyará en el relato de alguien que ha vivido ese hecho o lo conoce (porque lo ha visto o se lo han contado), es decir, la acción; un tiempo en el que sucede y un espacio en el que ubicarlo físicamente, es decir, el contexto; uno o varios personajes que participan en la acción.
Describir es «representar o detallar el aspecto de alguien o algo por medio del lenguaje» dice el Diccionario de la lengua española. Y poco más se puede aportar sobre lo que es en sí misma una descripción, pero sí se puede decir algo más sobre cómo se hace. Aunque parece algo sencillo, es una de las más complejas porque implica sí o sí observación, reflexión y expresión.
La exposición tiene como finalidad presentar un tema al público de la forma más clara y ordenada posible. Es una modalidad textual esencial para la transmisión del saber, así que ni es fácil, ni debe tomarse a la ligera. La exposición, por lo general, parte de una pregunta (formulada o sobreentendida) a la que se busca dar respuesta a través de las explicaciones necesarias.
La argumentación es para nota, porque implica aceptar que somos seres racionales… Argumentar consiste en presentar razones para defender o refutar una opinión. («Porque lo digo yo» no es argumentar).
Dentro de estas cuatro modalidades (que se completarían con la conversación, pero que se trata de una actividad prioritariamente oral, porque el diálogo interno no está contemplado en esta variante, así que voy a mirar hacia otro lado… Estarás pensando que los diálogos de una novela, por ejemplo, son conversación; es cierto, por eso tendrá su lugar cuando lleguemos a la narrativa), se puede hablar de las áreas de interés: literaria, periodística, publicitaria, académica, científica, etc., y cada una de ellas tiene sus particularidades, pero con un fundamento común en las diferentes modalidades mencionadas.
Aunque en las publicaciones trataré de forma independiente cada modalidad, sabes de sobra que no son departamentos estancos, sino que todas pueden participar de las demás y compartir características. En realidad, cuando estás escribiendo, no te paras a pensar «voy a narrar», ahora «voy a argumentar»; por lo general no lo haces, en algún momento de la estructuración de tu escrito puedes estar llegando a un detalle minucioso en el que decidas que vas a desarrollar un capítulo a través de la narración de una fábula y el capítulo siguiente debe ser expositivo cien por cien. Pero la combinación de las diferentes modalidades, cuando estás sentado ante la página en blanco o la pantalla, fluye de forma natural y lo único que te frena es cómo continuar una historia, qué le pasa a ese personaje, dónde has encontrado la cita que quieres incluir y que no encuentras (porque como no has tomado notas…).
Hoy lo dejamos aquí (lo bueno si breve…), se avecinan semanas de modalidades textuales y mi promesa de hablar de algunos tipos de textos según las diferentes áreas.
En la siguiente entrada voy a hablaros sobre los textos argumentativos. Poneos cómodos…