Una de las cosas que no me gusta es terminar un libro que me ha gustado leer, porque eso significa que tengo que elegir una nueva lectura y el que acabé me hace tener las expectativas altas. Por eso procuro leer libros de temática muy diferente, así que al acabar Rencor, deberé buscar ensayo o incluso uno que esté dentro de ese gran saco llamado autoayuda en el que a veces hay material interesante para el momento, los intereses o el aprendizaje.
Rencor, de Gianrico Carofiglio me ha dejado un buen sabor de boca. Con La disciplina de Penelope nos presentó a Penelope Spada una investigadora que no lo es que se vio apartada de su carrera judicial por motivos que el autor no desvelaba en aquella primera novela de este personaje. En Rencor, Penelope nos lo cuenta. Entre los capítulos que van desenredando su nueva investigación, la protagonista nos deja un recuerdo de cinco años atrás, y en pocos capítulos, Spada lo suelta todo.
La investigación que la ocupa en esta nueva entrega de sus aventuras y desventuras es entretenida; Carofiglio va presentando a diferentes personajes que página tras página van teniendo motivos para haber sido los culpables del asesinato o que, por el contrario, se presentan como sospechosos imposibles. Esto ayuda a crear esa tensión que buscamos los lectores de intriga, misterio, detectives… Cada posible sospechoso lo es por derecho propio y va dejando huellas de por qué sí podría serlo o por qué no. Cada lector intentará crear el argumento inculpatorio en función de las pistas, la secuencia de los hechos y la pizca de ficción que presuponemos (aunque la realidad suele superar a la ficción).
La narración sigue siendo ligera, sin excesos decorativos (excepto, en mi opinión, el capítulo final, que se va un poco de madre con las conversaciones internas de Penelope), el relato cronológico ayuda a ir tejiendo la red que atrapará al culpable (al margen de esos incisos con los que conocemos los motivos que apartaron a la protagonista de la fiscalía) y a la vez simplifica la lectura y facilita que la novela atraiga a más lectores.
La gran pregunta es si habrá más historias de la (casi) investigadora Spada. Carofiglio ha introducido un par de anclas para que así sea: una posible relación personal y haberse liberado de la carga de la historia que la apartó de su carrera profesional. Pero esas dos circunstancias puede ser también motivo para que no haya un nuevo caso que resolver, porque: haber verbalizado su historia, ¿no la libera de esa forma de ser condicionada a un pasado oscuro?; y, que pueda entrar una pareja en su vida, ¿no alterará su carácter frío, distante…? Solo queda esperar.
Una de las varias perlitas que me han llamado la atención en esta novela: «Le haya pasado lo que le haya pasado, no cometa el error que cometí yo. No se apegue a su infelicidad. Nos parece un comportamiento heroico, pero en realidad es una estupidez» (p. 107).