La cortesía (demostración o acto con que se manifiesta la atención, el respeto o afecto que tiene alguien a otra persona, según el DLE) en la comunicación suele buscar cordialidad y cooperación. Es otro de los pesos pesados de la persuasión. Aunque pueda parecer que está en desuso, la cortesía es esencial.
Continúa uniendo puntos… La comunicación está relacionada con lo social. Si piensas en cortesía, lo primero que te viene a la cabeza es «norma social». Entonces… ¡La cortesía es una estrategia de la comunicación! Y, además, una que busca evitar conflictos con el receptor. La cortesía te va a permitir evitar el miedo, que no haya culpables, hasta que no haya un fin del mundo inminente.
(Por si te interesa saberlo, la Pragmática es la rama de la Lingüística que se interesa por la cortesía como parte de la comunicación social. La profesora M.ª Victoria Escandell, en su libro Introducción a la Pragmática, hace un recorrido interesante y comprensible sobre esta rama de la Lingüística).
Sobre la cortesía, se ha escrito mucho. La profesora de la Universidad de Berkeley Robin Tolmach Lakoff propuso, en 1973, dos normas básicas de cortesía:
- Sea claro.
- Sea cortés.
Al ser claro, lo que se te pide es que te esfuerces por crear una comunicación eficaz: facilita la vida a tu audiencia. Con la segunda regla, parece que no aporta nada (para ser cortés hay que ser cortés), pero esta segunda regla la desglosó en tres posibles vías: no te impongas, ofrece opciones y sé agradable. Aunque estos tres posibles caminos están dirigidos a diferentes situaciones sociales (basadas en las diferencias sociales y en la familiaridad), creo que a la hora de aplicarlas a tu escrito puedes combinarlas perfectamente y conseguir:
- no obligues,
- no hagas sentir incómoda a la persona que no esté de acuerdo contigo y
- muestra interés por lo que interesa a tu audiencia.
Unos años más tarde, en 1983, el lingüista Geoffrey N. Leech nos sugería que de lo que se trataba era de elegir entre mantener el equilibrio que pudiera existir entre emisor y receptor, o, por el contrario, modificarlo (a mejor o a peor). Pese a que este principio está eminentemente dirigido a la distancia social, también son aplicables a tu tarea. Leech hablaba de cuatro tipos de acciones:
- … las que apoyan la cortesía y, por lo tanto, tienen un coste para el emisor y un beneficio para el receptor (agradecer por…, invitar a…, felicitar por…).
- … las que son indiferentes a la cortesía, que ni frío ni calor (informar, afirmar…).
- … las que entran en conflicto con la cortesía que suelen suponer coste para el receptor (preguntar, ordenar…).
- … las que desatan la guerra y, como puedes imaginar, están al margen de la cortesía (amenazar, acusar…).
Y, seguro que lo estabas esperando, también Leech ofreció una serie de máximas que pretendían minimizar los dos últimos tipos de acciones anteriores:
- Tacto. Piensa que tú eres el receptor de la orden o de la amenaza.
- Generosidad. Mira por el beneficio de tu audiencia.
- Aprobación. Aprecia a tu audiencia.
- Modestia. Sigue apreciando a tu audiencia.
- Acuerdo. Huye del conflicto, busca puntos de acuerdo.
- Simpatía. Sé un solete comunicando.
La lingüista Penelope Brown y el sociolingüista Stephen C. Levinson, en 1987, desarrollaron una teoría más concienzuda que combina el poder relativo del receptor respecto al emisor, la distancia social y, por lo tanto, la familiaridad y, además, la imagen pública. Este último factor debería haber llamado tu atención y despertado tu curiosidad.
En la teoría de estos dos investigadores, la imagen pública tiene dos vertientes, la que denominan negativa y se basa en la libertad de acción y protección del espacio propio, y la positiva, que busca la aprobación y el acercamiento.
Como Brown y Levinson sabían que eso de la imagen pública iba a suscitar interés, fueron más allá y ofrecieron una serie de estrategias que ayudan a minimizar el riesgo de desprestigio que corres que, en consecuencia, amenazan tu imagen pública. Estas son muy sencillas y reportan grandes beneficios, así que toma buena nota de lo que viene. Ordenadas de mayor a menor riesgo de desprestigio en función de su uso (¡ojo!, y del contexto, no te olvides), las estrategias se resumen en:
- Sé abierto y directo. Muestra claramente tu intención, aunque cause algún daño.
- Sé abierto e indirecto con cortesía positiva. Muestra claramente tu intención e intenta minimizar los daños a tu audiencia.
- Sé abierto e indirecto con cortesía negativa. Muestra claramente tu intención marcando las distancias.
- Encubre tu intención para que nadie te responsabilice de tus propias palabras.
- No hagas nada por minimizar el desprestigio… ¿Quién dijo miedo?
Como has podido ver, la cortesía aplicada al lenguaje, a la forma de utilizar el vocabulario, las expresiones y, en definitiva, de escribir, es una herramienta que utilizas casi sin darte cuenta. A veces dejas de escribir porque te parece que una expresión puede resultar ofensiva. Otras veces tienes una intención más reivindicativa y debes rebajar el tono de contención. Qué te parece si a partir de ahora haces una revisión de estas cuestiones y utilizas la cortesía de una manera escrupulosa y responsable, sabiendo de partida el tono que debes emplear en tu proyecto para no tener que estar revisando ochenta de cada cien palabras escritas.
En la siguiente entrada voy a hablaros sobre la comunicación apacible. Poneos cómodos…