La venganza del campo es una recopilación de diecisiete reflexiones que el autor, Manuel Pimentel, publicó desde agosto de 2009 («La venganza del campo (I), Cinco Días, 19/08/2009) hasta agosto de 2023 («Las carnes y los ganaderos», The Objective, 31/08/2023) y en las que va haciendo un recorrido para dejar bastante claro cómo la estupidez del ser humano, llevada a extremos impensables, nos ha puesto en una situación verdaderamente complicada no solo en cuanto a las tareas del sector primario, sino también en lo relativo con nuestro sentido común.
Pimentel nos lleva de la mano para mostrarnos y contarnos con la mayor dulzura posible, como si nuestros cerebros estuvieran en formación (porque pocas explicaciones más caben para haber llegado a esta situación) cómo es literalmente imposible comer carne, si no hay ganadería y personas que la trabajen; comer frutas, cereales, verduras, etc., si no hay agricultura y personas que la trabajen; comer pescado, si no hay pesca y personas que la trabajen. Porque, por mucho que la tecnología avance y se alcancen desarrollos inimaginables hace cincuenta años, si alguien no hace el trabajo, de momento (y espero que por mucho tiempo) las cosas no se crean por generación espontánea.
La mano del ser humano sigue siendo (insisto, y espero que sea por muchos años) crucial para que la sociedad coma, beba, tenga salud (buena a ser posible), acceda a trabajos, viaje, aprenda (por favor, si es que aprender sigue siendo la base del progreso), enseñe…
Me chocó y me hizo gracia que en la primera de estas reflexiones (la indicada antes del 19/08/2009) dice el autor: «“Sector primario”, lo definíamos, como sinónimo malicioso de elementales, primitivos, básicos». (p. 25). Me chocó porque, aunque mis conocimientos no son para tirar cohetes, sé «primario» proviene de primarius, y con solo consultar un diccionario he confirmado que primarius significa «en primera posición». Pero, por si acaso el latín jugaba conmigo, consulté el DEL, y encontré que, como esperaba, «primario» significa «Primero en orden o grado» y «Principal, esencial», ya en la tercera acepción nos dice que también es «Primitivo», pero tiene dos por delante que nos recuerda que lo primario es lo esencial, crucial, imprescindible (tengo un par de diccionarios físicos de sinónimos y en internet hay alguno que otro…, puedo seguir escribiendo sinónimos un rato largo).
Dice Pimentel, y no le falta razón, que queremos no renunciar al privilegio de tener productos frescos «del campo», pero no queremos saber nada del campo (me refiero a agricultura, ganadería y pesca) ni de quienes trabajan para que las sociedades de los diferentes países puedan seguir teniendo la oportunidad de alimentarse de manera sana y saludable. Porque «sano y saludable» está en boca de todos, pero parece que ya son demasiadas las personas que se creen que estos productos crecen en las baldas de los supermercados.
A esta situación hemos llegado todos cogidos de la manita, unos por inacción, otros por estupidez, otros por intereses, y cada cual por una razón injustificable desde el sentido común. Y de esta situación nos va a costar salir mientras no nos quitemos las orejeras y aceptemos que ni Mary Poppins ni Harry Potter va a llenar nuestra mesa.
Recomendable lectura para comenzar a despertar, porque el letargo nos está dejando en manos de intereses poco sanos y saludables. (Editorial Almuzara).