Toni Morrison (Chloe Ardelia Wofford, 1931-2018), escritora y profesora, ganadora del Pulitzer (1988) y del Nobel de Literatura (1993).
Paraíso está construida en nueve partes. La primera se llama «Ruby», nombre de la ciudad en la que se desarrolla la novela; las siguientes ocho se corresponden con el nombre de ocho mujeres que de alguna forma representan la sociedad de esa ciudad y del convento, pieza clave desde el inicio. Esta novela es casi una lucha en sí misma: hombres contra mujeres, fanatismo contra marginación, violencia contra paraíso.
Soñar con ese paraíso en la tierra construido por el hombre lleva a los personajes de esta historia, forjada con pequeñas historias personales y sociales, a vivir una forma de infierno plagada de egoísmo, falsedad, opresión, violencia, falta de principios morales… En parte parece un círculo perfecto de esperanza que se cierra sin opción a resquebrajarse, pero esa cerrazón, que no deja salir ni entrar a nadie ni nada, es la propia trampa: la intolerancia sufrida lleva a construir una nueva ciudad, Ruby, donde el espíritu tolerante de apertura se enfrenta a la intolerancia de quien primero fue rechazado. Muros y límites que enfrentan a los habitantes de Ruby con los del convento; unos y otros están aislados del exterior.
Esta primera obra de Morrison tras el Nobel de Literatura nos engaña dejándonos pensar que se trata de una novela de discriminación racial tradicional (blancos contra negros), sin embargo, en este caso va más allá centrándose en el propio fanatismo que discrimina entre las tonalidades del negro: la pureza del negro oscuro frente a los tonos menos oscuros.
Un tercer tema que se vuelve una trampa es la necesidad de seguridad. Los hombres se levantan para ofrecer protección a las mujeres contra un racismo que parece ajeno a sus principios, pero ese amparo lleva implícitas unas restricciones de conducta: las mujeres deben actuar tal y como los hombres entienden que deben hacerlo, salirse de ese patrón es motivo de discriminación, expulsión… Se mezcla aquí la cuestión de la diversidad generacional, mientras que los mayores quieren seguir una senda tradicional en la que ellos han sido educados, los jóvenes no quieren admitir sin cuestionarse nada que esa es la mejor forma de vida, por lo que buscan la forma de salirse de ese sendero limitativo y abrirse a otras culturas, al exterior: quieren conocer. Un nuevo punto de fricción en la vida de estos personajes.
La continua presencia del conflicto silente que sale a la luz una y otra vez hace que Paraíso sea una lectura complicada, dado que te sumerge en un estado de ánimo tenso que, por otro lado, permanece a flote en un mar revuelto cargado de ironía (sin profundizar demasiado, Morrison nos cuenta que el convento había sido un punto de reunión de hedonismo y placer) y que parece encontrar su razón de ser en la interpretación de los sueños (que nos lleva a esa lucha continua entre el bien y el mal, lo tradicional y la apertura, los extremos… y sobre todo un punto de subjetividad y afectación o sometimiento considerable).
El engaño parece el arma secreta de esta historia y el recurso literario con el que Toni Morrison juega con el lector para sentarlo frente a la realidad vista a través de sus textos.