Son muchas las veces que leyendo un libro descubro otro, consulto sobre la temática más en detalle (sobre el autor, a veces consulto y a veces no, con la intención de no permitir a mis prejuicios que salgan a la luz) y así decido si lo compro o no. Por algún motivo, en este caso no consulté nada y quise comprarlo. No fue fácil, porque en las librerías que frecuento por Internet no estaba disponible, solo estaba en la versión digital (que no suelo querer). Así que recurrí a Iberlibro y ¡bingo! Dos opciones disponibles, la primera en una librería de Reino Unido, por un precio de ocho y pico y unos gastos de envío de cuatro y pico; la segunda en una librería de Estados Unidos, por un precio de cuatro y pico y unos gastos de envío de ocho y pico… Ambos de segunda mano y en buen estado (decía cada vendedor). Opté por el libro más caro con menos gastos de envío porque —quise pensar— que el «buen estado» de este ejemplar sería mayor que el del otro (nunca sabré si acerté, pero el ejemplar que me llegó podría pasar por libro nuevo con muchos años en una estantería).
Dicho esto, que puede que no os importe nada (pero que puede ser un síntoma de wisdom), vamos a lo que quiero contaros. Lo primero, es que voy a hacer un ejercicio de abstracción tanto geográfica (Roszak fue profesor de la Universidad Estatal de California, nacido en Chicago y fallecido en California a los setenta y siete años; y centra este libro en el país en el que nació, vivió y murió y la sociedad con la que evolucionó) como temporal (porque él se centra en una generación concreta para desarrollar este ensayo, pero creo que aporta ideas que pueden ser extrapolables a cualquier lugar y tiempo). Y aunque he subrayado bastante texto y usados muchos pósits, voy a ser breve.
«A new world is opening before us — not across the seas, not in outer, not in cyberspace, but in time. Living time. Longevity is our voyage of discovery […] that voyage is affordable by any rational accounting — so easily affordable, indee, that money is the least interesting issue to address. Far more fascinating are the powers of the mind, the resources of the spirits, that wait to be explored» (pág. 25) [Un nuevo mundo se abre ante nosotros, no a través de los mares, ni en el espacio exterior, ni en el ciberespacio, sino en el tiempo. Tiempo de vida. La longevidad es nuestro viaje de descubrimiento […] ese viaje es asequible desde cualquier punto de vista racional, tan fácilmente asequible que, de hecho, el dinero es la cuestión que menos interesa abordar. Mucho más fascinantes son los poderes de la mente, los recursos de los espíritus, que esperan ser explorados]. Así, Roszak nos sitúa ante el desafío que afrontar en las páginas que siguen de su libro: el ser humano cada vez vive más años (y dejando al margen la cuestión sobre el gasto y la inversión pública que esto implica) y, lejos de permitir que las generaciones más jóvenes vean a las personas mayores como «algo» inútil y entorpecedor, da la clave de lo más importante: «los poderes de la mente».
Por el camino, el autor evidencia lo poco relevante que es la población de mayor edad para la política (porque no suponen un grupo de presión importante —y que en nuestro entorno ha desembocado en lemas como «Soy mayor, no idiota», o programas como Hablando en plata—), el poco peso que tienen en campañas de marketing (por mucho que una persona de treinta años quiera ponerse en los zapatos de una de sesenta, setenta, ochenta… no puede, simplemente porque le falta «Living time [Tiempo de vida]»), para la economía (desde este punto de vista las personas mayores a veces parecen más una carga prescindible que un recurso útil)…
«Memento mori. Think upon death. That phrase, once carved on the walls of every medieval church, now finds a place in public policy. It reminds us that affordability is an ethical, not an economic, category. All of us, but especially the Young and healthy, have to ask about that final stage of life: what doI want to find waiting for my parents, for my children, for me, when each of us gets ther? The sooner we face that question, the easier our transition will be into the compassionate community we must become» (pág. 63) [Memento mori. Recuerda que morirás. Esta frase, antaño grabada en los muros de todas las iglesias medievales, tiene ahora cabida en las políticas públicas y nos recuerda que la «razonable» es una categoría ética, no económica. Todos, pero sobre todo los jóvenes y sanos, tenemos que preguntarnos sobre esa etapa final de la vida: ¿qué quiero que les espere a mis padres, a mis hijos, a mí, cuando lleguemos? Cuanto antes nos enfrentemos a esta pregunta, más fácil será nuestra transición hacia la comunidad comprensiva/solidaria en la que debemos convertirnos]. Tan solo por puro egoísmo deberíamos construir un presente y un futuro en el que nos imaginemos cómodos (y un poquito más que eso, porque las generaciones anteriores pueden ir ya con la lengua fuera en cuestiones tecnológicas, por ejemplo, un área en la que los cambios son rápidos, a veces, demasiado), en el que nos apetezca vivir; y no un presente (ni un futuro) en el que sabemos, ya que no vamos a tener cabida porque no tendremos la capacidad inmediata de adaptación.
De nuevo por el camino, Roszak se refiere a las generaciones que ya cuentan con una esperanza de vida superior a otras que pasaron antes por esta vida; y lo hace para recordar que algo ha debido cambiar en la genética de algunas generaciones que sin preocuparse por la nutrición, por el culto al cuerpo, por la forma física… han pasado de tener una esperanza de vida de sesenta y sesenta y cinco años (en el caso de España, hombres y mujeres, respectivamente) a principios del siglo xx, a situarse en los ochenta y ochenta y cinco años en 2022 (y de buen rollo… aventajamos a los estadounidenses en unos cuatro años… De hecho, estamos en el «top 5» de países con mayor esperanza de vida según datos de la OMS).
Como dije que iba a ser breve, voy a ir cerrando con el que para mí es el broche de oro de este libro: «Far from being rare, wisdom is what life gives us with passing moment […] Wisdom is — at least potentially — the most common and plentiful human resource in the world. It is not a short supply. Why then do we think it is so rare? Because there are forces that make wisdom unwelcome. They shame it tinto silence and so neutralize the role it has to play (pág. 219) [Lejos de ser una rareza, la sabiduría es lo que la vida nos regala con el paso del tiempo […] La sabiduría es —al menos teóricamente— el recurso humano más común y abundante del mundo. No es algo tan raro. Entonces ¿por qué pensamos que es tan escasa? Porque hay fuerzas que hacen que la sabiduría no sea bien recibida. La silencia y neutralizan su función]. «If there is one quality elders should be able to claim as peculiarly theirs, it is wisdom […] When an industrial population needs solutions for its problems, it turns to experts. Experts have their role to play […] What wisdom needs is to be liberated so that it can flood the mind and freely flow between us. That is the true task of elders; it is what the Elder mind seems especially empowered to do» (pág. 221) [Si hay una cualidad que los mayores deberían poder reivindicar como genuinamente suya, es la sabiduría […] Cuando una población industrial necesita soluciones para sus problemas, recurre a los expertos. Los expertos cumplen su misión […] Lo que la sabiduría necesita es ser liberada para que pueda inundar la mente y fluir libremente entre nosotros. Esa es la verdadera tarea de los mayores; es para lo que su mente parece especialmente capacitada]. Y pone como ejemplo de esta sabiduría un caso que le tocaba de cerca a él como profesor universitario: la vuelta a las aulas de las personas mayores de sesenta y cinco años. Los describe como el mejor tipo de estudiantes porque van a aprender por la satisfacción de aprender, como los más brillantes por el simple hecho de contar con experiencia, lo que les permite hacer preguntas sobre la vida, la muerte, el amor, los objetivos con una visión de la trascendencia de estos valores. Y que a la vez presenta un reto (por no decir problema) pedagógico considerable: los estudiantes jóvenes se sienten en desventaja al convivir en el terreno académico con mentes mucho más avanzadas que las suyas.
¿Qué más necesitamos para empezar a entender las reglas de un juego que vamos construyendo con el paso del tiempo?