«Solo es un libro», dice Madeleine en una entrevista sobre la novela publicada por una editorial y que una editora descubre (al leer el final del libro se entenderá la cursiva) unos años después de la muerte del autor, el marido de Madeleine. Efectivamente, La biblioteca de los libros rechazados solo es un libro de 288 páginas y deja, prácticamente, a todo el mundo vinculado con el sector editorial con las vergüenzas al aire, hasta a los propios lectores.
Digo hasta a los lectores porque David Foenkinos (escritor francés nacido en 1974 y que esperó treinta años para irrumpir, a lo grande, con El potencial erótico de mi mujer en la escena literaria) expone de una manera sutil, irónica y hasta delicada la fragilidad de la fidelidad de un lector hacia un libro o hacia un escritor, argumentando que cada lector busca lo que necesita en cada momento de su vida en un libro: «A todo el mundo le puede encantar leer si se cumple la condición de tener en las manos la novela adecuada, la que nos va a gustar, la que nos va a decir algo y que no podremos soltar».
Por lo tanto, todos podemos leer (¡qué alegría!), cualquiera ha podido llegar hasta este libro, pero no a todo el mundo le dirá lo mismo, aunque el autor piense que ha escrito claramente un párrafo, con un mensaje específico, de manera que no dé pie a diversas interpretaciones… la mente del ser humano es un misterio («Te advierto que es para unos psicópatas») y podemos ver lo blanco como negro si nos empeñamos en ello y argumentarlo de manera serie y contundente, como un buen escritor: «Los lectores siempre se encuentran a sí mismos, de una forma o de otra, en un libro. Leer es un estímulo completamente egoísta». Qué razón tiene Martine Paimpec cuando dice: «Yo creo que hay que desconfiar de la gente a quien le gustan los libros», cuánta razón, no somos de fiar…
Las modas literarias hacen, según se desprende de la lectura de este libro, que los lectores vayan de un autor a otro, de una género a otro, en definitiva, de una interés creado por las editoriales a otro. ¿Son, por tanto, las editoriales las que juegan con los lectores diciéndoles lo que les tiene que apetecer leer en cada momento? ¿Es la mercadotecnia editorial el gran motor de la cultura literaria? ¿Es la artificial creación de necesidades el gran motor del sector literario?: «…Y cada vez más clientes querrían visitar el sótano donde Pick había escrito la novela […] y no se cortaba en ir aderezando, mes a mes, una historia cuyos elementos le eran ajenos. Así se inventaba la novela de una novela».
Esa novela de la novela es todo aquello que se planea en los despachos editoriales para crear interés sobre un libro, sobre una historia, sobre un autor. Las verdades ligeramente aderezadas para hacerlas más rimbombantes, las respuestas no dadas para dar pie a la especulación, los susurros para callar mensajes que todo el mundo debe conocer de la noche a la mañana, las redes sociales. ¡Ay, las redes sociales! «No sé qué decirte. Pensaba que era importante contar la verdad», le dice Rouche a Joséphine cerca del final del libro, a lo que ella responde: «¿Y cuál va a ser la diferencia? A nadie le importa…». Así, con esa mezcla de humor y verdad —esa forma tan imperceptible e indolora de decir la verdad, salvo que quien lo escuche sepa que el humor solo es un amortiguador— Foenkinos nos expone una parte (¿real?) del día a día editorial.
Como si la editorial, en cuanto entidad, fuera un ser humano de carne y hueso. Y sin darnos cuenta, hemos pasado por alto fragmentos en los que el autor nos sienta delante de un espejo para que enfrentemos la realidad de nuestras vidas, para que descubramos los diferentes senderos por los que vamos transitando a lo largo de nuestra vida. Crecimiento, desarrollo, madurez… mil formas de llamar a este camino en el que quizá deberíamos pararnos a pensar más frecuentemente sobre nuestras necesidades, apetencias y procederes «…pero llega una edad en que la urgencia impide rechazar el placer».
¿Deberíamos pararnos a pensar en la forma de relacionarnos con los demás («El silencio sigue siendo el mejor antídoto para los desacuerdos»), la forma que tenemos, a veces, de necesitar a otra persona, como si nuestra existencia dependiera de esa persona: «En ocasiones tenemos que actuar de forma sorprendente, derrapar y salirnos de lo cotidiano en cierto modo, para saber lo que el otro piensa realmente de nosotros»? Pues quién sabe si eso es bueno o malo. ¿Dejamos de darnos la importancia que tenemos si nos preocupamos por lo que piensan de nosotros las personas de nuestro alrededor? ¿Les quitamos a esas personas la importancia que tienen en nuestras vidas si no consideramos su opinión? Cada uno responderá de una forma, ¿verdad?, sobre todo dependiendo del momento que atravesemos.
Entre el análisis de las personas que hace David Foenkinos en las páginas de esta novela, destaca el tiempo que dedica al «escritor», esa extraña especie que habita entre nosotros simulando llevar una vida normal de puertas para fuera, pero que en cuanto cierra las ventanas de su casa se transforma en otro ser, uno capaz de crear, asesinar, provocar grandes maldades, soñar historias de amor, inventar escenas eróticas que lo avergonzarían en su vida real, viajar al pasado e inventar el futuro, solo como ejemplo.
Esa especie extravagante: «Había decidido que aquel libro iba a redactarlo enterito en la cama de ambos». Tan ambicioso: «Convirtió los fracasos de los otros en su propio triunfo». Tan bucólicos: «…como si los pétalos fueran la transposición visual de la capacidad de escribir».
Hay algo que no se le puede negar a este libro y es talento para generar preguntas en tu mente mientras lees página tras página. Preguntas sobre nosotros como lectores, sobre la ética de las editoriales y los productos de mercadotecnia que ponen al alcance de las débiles mentes ávidas de lecturas liberadoras, sobre nuestra realidad y nuestra forma de afrontar las relaciones interpersonales, sobre las excentricidades (¿reales o inventadas?) de los escritores. Preguntas que cada cual responderá según el momento que esté viviendo. Preguntas siempre condicionadas y que no olvidemos que nacen de La biblioteca de los libros rechazados.
La biblioteca de los libros rechazados.
David Foenkinos.
Barcelona. 2016. Ed. Alfaguara (Penguin Random House).
288 pp.
ISBN: 978-84-204-2637-2